De pequeño se quiere ser un hombre con cuatro pies y rescatar la princesa avispa que fue raptada por una colonia de hormigas. Derrotar a las hormigas, casarse con la princesa y tener un hijo mitad avispa, mitad humano. Luego se desea, más grandecito, ser el mejor futbolista. Yo nunca pude jugar bien al fútbol. Siempre fui un petardo para ese deporte. Aunque admito que imaginé que era el mejor futbolista del mundo. Hasta me vi en la selección Colombia, al lado del Asprilla, haciendo túneles y marcando goles.
Lo más caracterÃstico, cuando a uno lo invaden los problemas de identidad, es querer ser otro tipo más talentoso, más apuesto, más inteligente. Yo nunca estuve conforme conmigo, ni con mi cuerpo, mi estatura, mis sobacos, mis piernas, mi frente, mi ombligo, mi personalidad. Siempre quise ser agradable a todos menos a mi mismo. Asà que me fabricaba una imagen de mà que no era la mÃa. Me figuraba que tenÃa el cabello liso, la piel blanca, los ojos buenos y azules. QuerÃa ser el hombre más lindo del mundo, el que deslumbrarÃa con su belleza. QuerÃa que todas las niñas se enamoraran de mÃ.
Pero, nunca fui más que el que soy, un feo que aprendió a hablar bonito. Nunca pude aclarar los ojos, asà me hubiera echado limón para aclararlos. Nunca me blanqueé la piel, asà me haya escondido del sol por meses. Nunca pude ver otro distinto a mà en el espejo y eso me generó grandes depresiones. Me escondÃa de lo que yo era.
Todo intento de mÃ, de definición de mÃ, era un atentado a la imagen de mÃ, la que proyectaba y odiaba. Por eso cada que intentaba hablar de mà las palabras se me quebraban en la boca como si me tumbaran los dientes.
Para acabar de ajustar en mi casa yo era el maniquà de mi madre. Ella me vestÃa como a ella le daba la gana. Los pantalones me partÃan las pelotas en dos y el borde me llegaba hasta el pecho. Mi madre me peinaba de partido. Lo más desastroso era que los pantalones eran botatuvo y las gruyas me quedaban grandes. Y mis pies son inmensos. Entonces la imagen de mÃ, la que proyectaba, con los dÃas era más desastrosa. Si me guevoniaban en el colegio por el tamaño de mis pies. Recuerdo que una vez un profesor me dijo que habÃa nacido adulto de los pies. Nunca entendà ese chiste, pero siempre me dolió.
Mi imagen era desastrosa ante mis ojos. Empecé a andar encorvado. No querÃa que nadie me viera, ni menos llamar la atención con mi imagen, la de espanto.
Empecé a hablar menos. Con los dÃas menos. Hasta que sin saber como, ni porque, me volvà tartamudo. Gran lÃo.
En definitiva era una gueva en todo el sentido de la palabra. Y cuando a uno las cosas no le salen bien y no acepta que le salgan mal, entonces, las cosas se le empeoran más. A mà me pasó lo mismo y los manes del colegio me empezaron a hacer imposible la estadÃa. Imaginé que los mataba a todos, pero cuando los veÃa de frente, les sonreÃa cual mariquita asustado. Me decÃan pie grande, mariquita, ñoño, atolondrado, gago, ahuevado…
No sé como estoy en pie, caminando, soportándome, recordando, viviendo. El caso es que me dije, un dÃa en que no aguanté más, en que exploté: Camilo, debes ser y aceptar al retrazado mental que llevas por dentro. Eso me dolió pero fue un hallazgo. Recuerdo el dÃa en que exploté. Cursaba noveno y un man de 1;
Después de ese percance, empecé a hablar, mierda, hablar y hablar y hablar. Mal hablado hablé por los codos, las orejas, las rodillas. Era una lora gaga, una simulación de megáfono averiado, una fiel imitación de gallo que empieza a caraquear. Hasta me rajé con una cuchilla minora la telita que uno tiene debajo la lengua, porque habÃa escuchado que esa telita era la culpable de mi gaguera. Gran mentira, seguà igual de gago y solo y sin la telita bajo la lengua.
Pero nunca dejé de imaginar cosas. Pero fue mucho después que pude ficcionar algunos hechos. Fue cuando entendà que el respeto, lo que entendà por el respeto, es hacer cosas asombrosas que otros no son capaces de hacer. Entonces dije, lo admito, que estuve con tres mujeres en una noche, que me hicieron sexo oral, que me invitaron a sus fincas, que me culÃe a la mejor niña del colegio. Bueno, dije la mitad de todo. Pero nunca estuve con ninguna mujer hasta que cumplà los 19 años. Lo anterior a los 19 fue solo paja. Es tanto que a mi edad, a los 25 años, no conozco el mar, no he acampado, no se ingles, no trabajo, escribo mal, vivo con mi madre. Estoy lleno de limitaciones.
Bueno, el caso es que desistà de esa forma de respeto, la de mentir para ser respetado y venerado. Pues a mà no me funcionó. Esa forma de respeto me precipitó al abismo. Me jodió la respiración. Asà que decidà por quedarme callado, por aceptar al bicho raro que soy, la de ser un pajizo, un tipo pasional, un débil de carne, un lÃo sentimental, un poeta frustrado, un prosista en ruina.
Me dije, a la mierda de aventuras y en vez de imaginarme a las tres mujeres que me follaba en una noche, empecé a sentir a las tres me abofeteaban en una noche o me decÃan retrazado mental. Pero eso, era verdad.
Tuve que reinventarme. Aún me reinvento. Pero me ha ido mejor asÃ. Al menos eso me ha ayudado a no decir más de lo que me callo. Se que estoy enfermo, de siquiatra, maniático, pervertido, solo… pero, soy yo, inevitablemente yo. Solo asà he podido tocar, por mis propios meritos, el seno de una mujer y sudarme en ella toda la noche.
Se que no soy aventurero. No sé como serlo. Solo me he valido del fracaso, de la incertidumbre, para definirme, para no darme de trompadas con los amigos, para no haberme vuelto un violador, un sicario, un padre de familia, un obrero de empresa, un domador de serpientes, un caminante por la paz, un don Juan consumado.
No soy un aventurero, si hasta me embalo para amarrarme los zapatos. Miento, pero no por decir más de lo que soy sino al contrario, para invisivilizarme.
3 coment�rios:
Espero que estés bien Camilo.
Querido Amigo, como son las cosas, la internet es una maravilla, estaba buscando ensayos sobre los placeres de la necrofilia (nada personal) y, por casualidad, no sé como, me encontré con tu wlob. Leà tu texto; vacano. No sé hasta que punto sea bueno encontrar esta clase de revelaciones propias de un diario, de una intimidad, en la web, pero supongo que a la larga es para eso, para ayudar a sanar el deseo frustrado de publicación, de la hoja impresa. Yo, al igual que tu, reconozco, ya de una manera intuitiva y sin premeditación, que el primer payaso con que uno se encuentra en la vida es consigo mismo, pero pasar de una mesa de charla a un espacio donde cualquiera puede leerme, como que no me sabe bien; se me fue vinagrando la lengua gradualmente con la lectura de “nunca he sido un aventurero”, que deberÃa de titularse “Nunca fui yo mismo”. Pero igual, me divertà con la maniática manera de exorcizar tus trastornas, ya no gozándote, sino humillan ese hombre que fuiste, y que en el fondo, según parece, aun vive ¿Cómo explicar esa manera tuya de masoquismo rememorando de una forma tan sarcástica el pasado?
(…)
Aun me rio del chiste que te hizo el profesor. Je je.
Nos estamos escribiendo.
qué texto sincero!
mereces una especie de premio a la sinceridad. serÃa un trofeo con forma de pié grande. o una rodilla con una carita feliz pintada en la nariz larga de la articulación.
lo mejor de todo lloras cuando decis todo esto, todo el tiempo estás por ahà cantando tu condición de fracasado. un fracasado qeu puede hacer eso ya no es un fracasado. ha logrado emerger desde el fondo de su gaguera, como un victorioso hombre pleno en inutilidad. con el tiempo, podremos leer de vos una gran novela sobre la cobardÃa (que te sé escribiendo hace meses), sobre tu cobardÃa.
los de aqui, no sé quien sos, pero bacaco tu comentario. Pero tengo una inquieud. No es que ya no sea el tipo que fui o que sea el que fui. La cuestion es que he empezado un proceso de afirmacion. y si, desnudarse ante otros es cosa de valentia, pero no desnudarse es cosa de covardia. No me interesa fingir asà se me venga el mundo encima. La idea es morirme sindo yo, el resumen de todos mis tormentos, el filtro de todos mis yo
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