Estaba en casa a eso de las cuatro de la tarde. Preparaba el almuerzo. Calentaba espaguetis en el fogón de gas. No habÃa arroz. Detalle no previsto. Busqué en la nevera y encontré medio paquete de pan tajado. Saqué dos rebanadas. En un plato vertà los espaguetis, las dos rebanadas de pan, tajadas de plátano maduro y algunos pedazos de arepa frita. Al lado del plato puse un vaso con jugo de tomate de árbol. Me senté al lado de la ventana. Mordà una rebanada de pan. Comà espagueti. Masticaba.
El pan se mezclaba con el jugo de tomate a la vez que lo que quedaba de esa mezcla se mezclaba con la arepa frita y las tajadas de plátano maduro. La revoltura final pasó garganta abajo. Mordà otro pedazo de pan.
VeÃa el cielo. Era un cielo azul con muchas nubes blancas. Las nubes se movÃan. HacÃan figuras. Masticaba en un acto mecánico. En las nubes aparecÃan figuras. Primero un toro, luego una casa, un seno, un torso, un castillo… hasta que me vi contigo acostados en una cama de nube.
Movà la cabeza, asustado, pero, ahà estábamos los dos en las nubes observados por mà en la tierra. Te miraba y me miraba sin dejar de masticar. A veces detenÃa la quijada, pero retomaba el movimiento al instante.
En las nubes nos mirábamos a los ojos en ataques de sonrisas. Te besaba sin ansiedad para que el beso fuera más largo. El viento torneaba tu desnudez. A cucharadas me tragaba tu desnudez. ComÃa como te veÃa. Sentà el estómago caliente y te apreté. Tu desnudez alumbrándome la boca.
Tocaba tu espalda. Tu piel en la punta de los dedos. Te besaba la columna vertebral porque te querÃa vertical y mÃa. Te ensalivé los pezones. Con los labios hice cÃrculos, rectángulos, espirales. Acudà al llamado eléctrico que le hacÃa tu cuerpo al mÃo.
Me abriste las piernas. Tu humedad entibió mi deseo. Entré despacio. QuerÃa sentir hasta el fondo, engarzado a ti, empujándote con la pelvis. Salgo. Entro. Salgo. Entro.
Un pedazo de arepa frita cae del plato. La perrita ladró. Miré el plato y parte de los espaguetis estaban en el suelo al lado de una tajada y un pedazo de arepa frita. Mordà otro pedazo de pan y volvà a mirar las nubes.
Arriba seguÃamos tocándonos. Estabas en encima. Te movÃas. Te dejabas caer hasta mi pecho y me besabas los cuatro vellos que por cosas de la sinrazón allà me nacieron. SeguÃas besándome hasta el ombligo, incluso más abajo. Cerré los ojos. Indefenso me entregué a la sensación.
Rodábamos en las nubes. Te besé la entre pierna. Me bebé tu olor. Te bebÃ. En mi boca tus estremecimientos. Salada y dulce era tu desnudez. Rodábamos sin miedo a caernos. Volábamos. El aire nos comprimÃa. Éramos aire con piel y deseo. Aire en deporte extremo. Aire que buscaba sur vientre arriba donde la oscuridad respira. Aire unido al temblor que produce la altura. Aire en la danza del instinto en una coreografÃa de subà y bajas y embestidas.
Ya no masticaba. SostenÃa un pedazo de arepa frita en los labios. Lelo miraba. Lelo sostenÃa la arepa en loa boca. Lelo me sorprendieron algunos gránulos de sal en los labios y me limpié sin dejar de mirar.
Embestidas, gemidos, gritos, suspiros, caricias, sudor, nubes, besos, senos, ojos, senos, labios, senos, espalda, senos, estremecimientos, senos, senos y tetas. Penetración con los 5 sentidos.
Te llené el cuerpo de besos como si con cada beso intentara atar a ti una estrella, como si mi saliva fuera alfileres para pegar en tu piel, tu piel de noche, lucecitas en desorden. Te besé los párpados porque que tras ellos habÃan dos lunas en creciente.
La perrita ladró y la miré. PedÃa espaguetis, más espaguetis. Ella se comió gran parte del almuerzo. Le tiré el último pedazo de pan. Intenté mirar las nubes y vi solo nubes. Nada más que nubes. Me busqué y te busqué y nada. No insistÃ. Lavé los platos. Miré la perrita que me miraba. La miré fijamente. Le saqué la lengua. La perrita miró hacÃa otro lado. SonreÃ.
Me dirigà al cuarto. Me tiré en la cama. No querÃa hacer nada. Miré el techo. Miré la ventana y esperé. Me preparaba para ser soñado. Porque lo soñado cuando es soñado con todos los sentidos sueña quién lo soñó sin escapatoria. Por eso desde ayer te espero con tu sueño volador, con tu sueño húmedo, con tu sueño de gemidos traslucidos, con tu sueño de nube, con tu realidad de nube eléctrica. Mientras, miro el cielo con sed, ansioso.
El pan se mezclaba con el jugo de tomate a la vez que lo que quedaba de esa mezcla se mezclaba con la arepa frita y las tajadas de plátano maduro. La revoltura final pasó garganta abajo. Mordà otro pedazo de pan.
VeÃa el cielo. Era un cielo azul con muchas nubes blancas. Las nubes se movÃan. HacÃan figuras. Masticaba en un acto mecánico. En las nubes aparecÃan figuras. Primero un toro, luego una casa, un seno, un torso, un castillo… hasta que me vi contigo acostados en una cama de nube.
Movà la cabeza, asustado, pero, ahà estábamos los dos en las nubes observados por mà en la tierra. Te miraba y me miraba sin dejar de masticar. A veces detenÃa la quijada, pero retomaba el movimiento al instante.
En las nubes nos mirábamos a los ojos en ataques de sonrisas. Te besaba sin ansiedad para que el beso fuera más largo. El viento torneaba tu desnudez. A cucharadas me tragaba tu desnudez. ComÃa como te veÃa. Sentà el estómago caliente y te apreté. Tu desnudez alumbrándome la boca.
Tocaba tu espalda. Tu piel en la punta de los dedos. Te besaba la columna vertebral porque te querÃa vertical y mÃa. Te ensalivé los pezones. Con los labios hice cÃrculos, rectángulos, espirales. Acudà al llamado eléctrico que le hacÃa tu cuerpo al mÃo.
Me abriste las piernas. Tu humedad entibió mi deseo. Entré despacio. QuerÃa sentir hasta el fondo, engarzado a ti, empujándote con la pelvis. Salgo. Entro. Salgo. Entro.
Un pedazo de arepa frita cae del plato. La perrita ladró. Miré el plato y parte de los espaguetis estaban en el suelo al lado de una tajada y un pedazo de arepa frita. Mordà otro pedazo de pan y volvà a mirar las nubes.
Arriba seguÃamos tocándonos. Estabas en encima. Te movÃas. Te dejabas caer hasta mi pecho y me besabas los cuatro vellos que por cosas de la sinrazón allà me nacieron. SeguÃas besándome hasta el ombligo, incluso más abajo. Cerré los ojos. Indefenso me entregué a la sensación.
Rodábamos en las nubes. Te besé la entre pierna. Me bebé tu olor. Te bebÃ. En mi boca tus estremecimientos. Salada y dulce era tu desnudez. Rodábamos sin miedo a caernos. Volábamos. El aire nos comprimÃa. Éramos aire con piel y deseo. Aire en deporte extremo. Aire que buscaba sur vientre arriba donde la oscuridad respira. Aire unido al temblor que produce la altura. Aire en la danza del instinto en una coreografÃa de subà y bajas y embestidas.
Ya no masticaba. SostenÃa un pedazo de arepa frita en los labios. Lelo miraba. Lelo sostenÃa la arepa en loa boca. Lelo me sorprendieron algunos gránulos de sal en los labios y me limpié sin dejar de mirar.
Embestidas, gemidos, gritos, suspiros, caricias, sudor, nubes, besos, senos, ojos, senos, labios, senos, espalda, senos, estremecimientos, senos, senos y tetas. Penetración con los 5 sentidos.
Te llené el cuerpo de besos como si con cada beso intentara atar a ti una estrella, como si mi saliva fuera alfileres para pegar en tu piel, tu piel de noche, lucecitas en desorden. Te besé los párpados porque que tras ellos habÃan dos lunas en creciente.
La perrita ladró y la miré. PedÃa espaguetis, más espaguetis. Ella se comió gran parte del almuerzo. Le tiré el último pedazo de pan. Intenté mirar las nubes y vi solo nubes. Nada más que nubes. Me busqué y te busqué y nada. No insistÃ. Lavé los platos. Miré la perrita que me miraba. La miré fijamente. Le saqué la lengua. La perrita miró hacÃa otro lado. SonreÃ.
Me dirigà al cuarto. Me tiré en la cama. No querÃa hacer nada. Miré el techo. Miré la ventana y esperé. Me preparaba para ser soñado. Porque lo soñado cuando es soñado con todos los sentidos sueña quién lo soñó sin escapatoria. Por eso desde ayer te espero con tu sueño volador, con tu sueño húmedo, con tu sueño de gemidos traslucidos, con tu sueño de nube, con tu realidad de nube eléctrica. Mientras, miro el cielo con sed, ansioso.
5 coment�rios:
¿Donde es que vos vivis?, yo quiero un puestico es esa misma ventana. Si me llevás, yo invito al almuerzo.
claro, con todo el gusto del mundo
camilo,
¿en donde estamos?
... tan solos
tenÃa el cuerpo más parecido a un alma que haya visto en toda mi vida...
que descache de blog.
¿y ahora, que vas a responder en tu defensa, o que no?
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