El frío patrulla las calles
Lo veo en las esquinas con su puñal de viento
Espera que pase
Para lanzarse y agujerarme la piel
Frío de soledad
Frío de montaña
Frío de silencio
Frío del ser
Me detengo
Lo espero
Enciendo un cigarro
Miro al cielo
Y lo encaro
Pobre frío
Mi inconstancia lo sonrojó
Escalofrío le dio mi mirada
Escarcha le soy
Frío le soy
Cuchillo le soy
Nena
Entraré en ti a calentarme de esta victoria
Hundiré esta gloria de 16 centímetros
Y juntos
Nos reiremos del frío
Y de esta soledad de nos cobija.

El viaje a Machu Picchu se ha contado de todas las maneras por todos los viajeros que han visitado este lugar. Así que lo que diga ya se ha dicho y mejor. No esperen de mí que redacte otra guia de viaje. Soy un extranjero en mi alma.

No hablaré del genital de la tierra como lo llama Neruda. Es bello. Es una ciudad para mí hecha por una cultura extraterreste. En el abismo las piedras vuelan. Aguilas de piedra cruzan el firmamneto. La maravilla hecha piedra.

Muchos van, más que a viajar, a buscar algo en ellos mismos. Yo fui por curiosidad. Como curioso miré sin pedir nada a cambio. Fui ojos por todos los lados de mi cuerpo.

Así resumo lo que vi. El que quiera conocer Machu Picchu qué viaje y lo visite. En Internet encuentra rutas de viajes y consejos.

El que quiera ánimos para viajar que le sirvan los míos. Pues si un tipejo como yo, sin dinero, sin ubicación geográfica, sin planes, sin empleo, sin agallas, sin un as bajo la camisa viajó... cualquiera puede hacerlo. La cosa es salir.

Claro que mi viaje, por ser tan inutil, fue guiado por los Dioses. Y no miento. A los más tarados nos cuida Dios.

Arriba, en la montaña, hay espirítus que sienten el llamado Inca. Julio es uno de ellos. Lo vi correr, reir, asombrarse, brincar, jugar... En 15 minutos recorrío todo el lugar y volvió a recorrerlo. Tanto que la noche anterior, dormido, decía que era una chimba lo que veía. Mientras yo, dormido, hablaba un idioma aún desconocido para la real academia y enredaba oscuridad con los dedos.

Tengo piedras y piedras y piedras en el alma. Mis pensamientos son caminos Incas a las nubes. Estoy hecho un asombro de 42 de calzado (Mauro, gracias por las botas).
Tengo dolores de estómagos por la comida peruana. Tengo ganas de mas piedras, mas montañas, mas cielos y menos de mí. Me gusto cada vez menos en cualquier lado.
Salí de Girardota con una deuda grande. Pero por más dinero que deba no es suficiente para la distancia que le brindo a mis pies.
Salí sin despedirme de nadie. No me gustan las despedidas.
Mi madre en la puerta de la casa, al verme con la maleta a la espalda, lloró. Presentía algo que no me dijo. Vio algo que debo descubrir.
Pero no he sentido que estoy lejos del país porque descubrí que soy de ninguna parte. Sin ambición no hay apegos.
En el avión me dio por leer un libro que me regaló Carlos Lola “Viaje a pie de Fernando Gonzáles. No leí nada. Me quedé en la insana contemplación de las nubes.
Intenté escribir algunas líneas en mi cuaderno de apuntes. Nada salía. Era atrevido escribir sin vivir. Nada.
Todavía no escribo. No sé como filtrar por mi boca, por mis dedos, tanto paisaje a cumulado. Las catedrales de Lima, los parques, las cervezas, la comida de mas, el viaje a Cuzco de 24 horas en bus, el frío seca huesos de Cuzco y la cara de Colombianos que nos delata.
Con Pipe, en uno de los callejones de Cuzco, buscábamos marihuana. Un tipejo se acercó. Nos preguntó si hablábamos español. Pipe dijo sí. Le preguntamos si vendía hierba. Nos dijo si pero valía unos 50 soles, es decir, unos 35 mil pesos la bolsita que uno consigue en el aeropuerto de la universidad en 2 mil pesos. Estábamos armando un pedo. Dos plazas nos ofrecieron. Al final no compramos nada como buenos colombianos que somos.
Nos fuimos a dormir. Y soñé que no despertaba.


Queridos amigos y no amigos que me han visto, leído, odiado, amado, creído que soy un retardado mental con gracia o un genio embrutecido. Qué estoy en esa delgada línea de la locura que rompe toda prudencia, esa línea que no admite ambición alguna, os dejo en estas líneas el más fraterno de mis abrazos.

Queridos míos, como sabéis, no tengo ambición alguna. Mi vida es un infle y desinfle de panza: el ejercicio de mis sensaciones. Lo otro, el mundo de la apariencia, para mi es inconsciencia. De ahí que mis proyectos sean solo acumulación de aire. Vacío. Porque así como otros quieren posesión material e intelectual, yo quiero nada. Con que respire y vea el cielo en la mañana me basta, con que los salude me es suficiente. Qué la vida se haga cargo de mi si es tan sabia como dicen.

No tengo ambición alguna. Por eso no cuento con dinero y ninguna relación amorosa me dura más de tres meses. No soy mesurado. No ahorro. Si tengo algo me lo gasto. La plata, como el semen, el amor, la vida me estorban y trato de quitarme culpas dándolo todo. No me importa el mañana. El hoy es lo que quedó y es y vendrá. Lo otro, el ayer y el mañana, son interpretaciones del hoy. Vivo el hoy así me muera de mañana.

Pero a pesar de todo creo en el amor así me distraiga de olvido. Porque para no olvidar debo asegurarme una mujer que me acompañe a hacer el odio como los marsupiales.

Amor y amistad, palabras mal interpretadas. Amor es carencia y la amistad idilio. Si alguien es nuestro amor y nuestro amigo es la afirmación de una carencia afectiva manifestada en una ilusión alejada de toda realidad. Gran dilema.

El cuento de la amistad es engorroso. Es empalagosa toda manifestación de afecto. Pero eso se debe al sistema educativo del que somos victimas.

En el colegio nos enseñan que la amistad es un valor, algo medible. Cómo si la amistad se midiera por metros o kilos o distancias. Pero así es el colegio. Le hacen creer a uno que una sensación y otra sensación son dos sensaciones. Cuando una sensación es movida por varias sensaciones, entonces una sensación son varias sensaciones y no una sensación. Así varias sensaciones más varias sensaciones no son dos sensaciones. Pero eso no debe decirle a los pelados porque la idea del colegio es la información de la individualidad, la idiotez en masa que come y caga y procrea y muere. La vida en cuatro pasos (nacer, crecer, reproducir y morir). Claro, para que esa terrible angustia de la vida en cuatro pasos duela menos nos ofrecen una amistad de idilio para acabarnos de confundir.

En clase de ética nos dicen que la amistad, el respeto, la tolerancia, la familia, la decencia y la huevonada hacen del uno alguien en la vida. ¡Alguien en la vida! ¿Se es alguien en la vida si se siguen los consejos de los profesores que son loros del sistema educativo? Porque en los colegios los profesores, triste decirlo, la mayoría se aprenden un discurso y lo repiten año tras año.

La amistad pura parafernalia de currículo. Si la amistad es “algo en la vida” (juiiiiiiiiii) es otra cosa distinta a un fascículo.

En caso de que se crea en el discurso de un profesor de ética que ni entiende que es la ética y que en los últimos meses ha leído nada distinto a la lista de mercado, no sería raro escucharlo citar apartes de libros que no existen y con títulos azarosos. Solo para no admitir que es un ser atrasado. Sus últimos libros, los recomendados, serían algo así: La amistad la mejor propuesta farmacéutica para abrazar al otro, Aprenda a ser amigo en 15 pasos, Entre amigos S.A, Cómo conseguir amigos en serie…

La amistad, queridos míos, ocurre sin hora de llegada ni de salida. No hay puntos cardinales sino abrazos entre nosotros. El sur es la cerveza del sábado, el norte la conversación interminable, el occidente las lecturas compartidas y el oriente la eterna intimidad en continuo amanecer. La amistad no envejece. No hay deseo de posesión y como no hay deseo de posesión no hay deseo sino complicidad.

En cambio con las relaciones amorosas es otra cosa, es la carencia afectiva la que invoca el encuentro. Las fechas pautan los recuerdos y el tiempo transcurrido. El calendario se inventó para los enamorados, para que encierren en círculos las fechas importantes para asegurarse la atención del otro.

La mujer tiene fecha de vencimiento. Cuando se jode, se toca, se posee, se chupa, se cansa, se viene… se descubre que el amor es aburrido. Entonces la mujer empieza a oler a cansancio, a lunes a las ocho de la mañana, a mamá cantaletosa, a cura desesperado, a beso de mueca y se busca a los amigos, a ese soplo de viento que nos despeina y nos hace sentir menos tristes.

Queridos amigos míos, afortunado soy al contar con ustedes. Pues no habrá otra época entre nosotros donde el ocio sea una manifestación tan vital que sea propuesta de vida.

Nos atrevimos a ser inútiles, a mirar las nubes, a cortejar niñas, a fumar marihuana, a enojarnos con Mauricio porque no hacía una cosa al tiempo y con una boca mantenía cinco conversaciones, a evitar a Sergio cuando se le salía la señora interna y hablaba en todas las direcciones, a buscar a Julián para refrescar algunos abrazos en sus palabras de viento, a caminar por las calles de Girardota sin rumbo fijo y encontrarnos a Cristian con una empanada en las manos, a emborracharnos en la casa de Julio y escucharlo cantar y abrazarlo más allá de la piel, a hacer colada en la Extravía y preguntar por Felipe y su religión de ternuras y cuentos vigilantes, a brincar en las mangas imitando a los grillos, a fumarnos un cigarrillo en una tarde de lluvia, a hablar de entrepiernas con Alejo González y de las nubes que parecen gatos que cobijan nuestros sueños, a mirarnos a los ojos después de una resaca, a bendecir a Fabio y su trompeta y su hijo Samuel, a tener el alma empedrada, a hablarle a Cesar Alzate de todas nuestras inconstancias juveniles, a sonreírnos con Lucho y sus ocurrencias, a escribir sin medida el transcurso de los últimos días, a importunar a Willian para que nos preste 100 mil pesos para un viaje al Perú, a tomarnos un tinto en silencio porque las palabras se quedaron en la libreta de apuntes, a escuchar a John Edwar leernos sus interminables poemas temblorosos, a recordarnos como los más geniales de nuestra época, a jugar ula ula con la eternidad, a sernos historia entre tanta indiferencia.

Queridos amigos y no amigos que me han visto, leído, odiado, amado, creído que soy un retardado mental con gracia o un genio embrutecido. Qué estoy en esa delgada línea de la locura que rompe toda prudencia, esa línea que no admite ambición alguna, os confieso que nunca habrá otro lugar en la historia que garantice tanta genialidad junta, despeinada, revuelta, separada y tan cercana a mí. Los quiero y eso es otro testimonio de que Dios existe y es todos ustedes. El templo de esta religión soy yo que los llevo en mí como equipaje y evangelio.