El Juego

Supongamos que perdí. Estoy con ella pero sin ella. Muerto el deseo los cuerpos son estatuas que conviven.
Supongamos que el silencio cristaliza y las manos desconocen el lenguaje de las caricias.
Supongamos que hay cactus en la habitación y el aire asfixia de tantos acertijos en las paredes.
Supongamos que descubrimos cierres en la boca y tenemos la risa como rehén.
Pero el juego continúa. Sí. Perdimos, es todo. Entonces al diablo las suposiciones y tiremos de nuevo, por separado, los dados y ¡a las apuestas!

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