Alegría alegría

Hoy me siento fuerte. Después de dormir en un templo Krsna y bañarme cada que defecara, vestirme todos los días para estar limpio, comer frutas al desayuno, leer, hablar de los chistes sofisticados de Krsna, danzar por las calles de Buenos Aires (Belgrano) festejando el día, soñar con mis manos y hacer lo que quiera en el sueño. Después de despedirme de Luciana, partir con el remordimiento de no haber encarado a la ciudad y sentir las noches en las calles. Después de cuestionarme el amor, Dios, la muerte, la búsqueda, el dolor, la vergüenza, la vanidad, llego a Perú renovado y con una risita bajo los labios a escribir de nuevo para este blog.

Confieso que hice una maldad y no me arrepiento. En el camino, en el bus, conocí a otro chico de Colombia, se sentaba justo al lado. Estaba triste y solo, sin dinero y con ansias de retornar a Cali. Me sentí con nostalgia de estar lejos. Así que mi hice cargo de él y compartí mi comida. Partimos el pan con atún, bebimos agua con Tan (sabor a naranja). Le di galletitas y le conté mi historia. Luego cenamos, le presté un saco por el frío que hacía en la frontera de Argentina con Chile donde en estos momentos los nevados parecen un helado de vainilla. Lamenté no llevar una cámara para demostrarle a mis ojos que existe un blanco más blanco que el blanco. Me sorprendió Chile y sus controles. No puedes entrar verduras ni furtas porque no son nada comparadas con las frutas y las verduras chilenas, por eso hay que comprarlas en Chile. En fin, en Chile si no sos ingles perdes el tiempo y sos un pobre diablo. Afortunadamente iba de paso. Llegamos a Lima y busqué un Hostel favorable. Con suerte encontramos en la municipalidad de San Juan de Miraflores, por Canevaro, frente al bulevar, un hostel de 15 soles. Claro, después de buscar mucho y de pasar por marica al preguntar por una habitación. Pues no había hostales de viajeros sino de traque que traque ¡ay que rico!

En la mañana le pasé 10 dólares a Fabio para que llegara a Colombia, al menos para que comiera algo. Caminamos un rato. Le hablé del amor, de la necesidad de Dios así sea para interrogarlo, de la dicha de viajar, de las ganas que tengo de una arepa, de la idea de llegar a Colombia contando cuentos en el camino. Él me miraba y sonreía. Es un buen tipo Fabio, es más inocente que yo, me cae bien. Almorzamos arroz Chaufa. Fuimos a buscar un billar. No lo encontramos. Nos regresamos y nos perdimos. Pero nos reímos de nuestros fracasos. De pronto, en una esquina, me encontré con otro paisa, lo abracé y me invitó a fumar marihuana. Fumé. Fumé. Fumé. Fabio se quedó esperando en una esquina. Estaba extrañado. Le parecía malo lo que yo había hecho, pero no decía nada por vergüenza ajena. Me despedí de Evaristo, el paisa, le dije que lo llamaría para que nos tomáramos unos vinos y para contarle unos cuentos. Caminamos y dos cuadras después se me borró la ubicación de los pies. Le dije a Fabio que no sabía donde estaba. Él me dijo que tampoco. Sonreí. Le propuse que nos dividiéramos para que uno de los dos se salvara. Él me miró y dijo que no sabía donde era el lugar, ni se acordaba del nombre. Le contesté que yo tampoco porque la bareta no permitía ser racional, por eso estaba dándole la vuelta a Latinoamérica, ganándome la vida contando cuentos. Fabio me sonrío y dijo bueno. Nos separamos. En el bolsillo tenía la dirección del Hostal, el número de la avenida. Así que me compré un helado y pregunté por donde llegaba. Caminé, me acordé de la llamada que le hice a mi madre para decirle “te quiero” y pedirle que rezara un padre nuestro por mí. Me puse el pasamontañas y encontré el camino al hostel.

Moraleja: No he contado el primer cuento y tal vez no lo cuente porque ya es un cuento decir que me estoy ganado la vida contando cuentos. Además fumé ganya, comí helado, llamé a mamá después de dos meses de no saber nada de ella y le hice una maldad a un compatriota. En definitiva es una chimba la vida.

6 coment�rios:

Anónimo dijo...

Hombre camilo, el buen camilo, te tengo una envidia verde que me trastoca la cara. Ojala te valla muy bien en tu cuento...

jack casablanca dijo...

te volviste hippie, cabrón. estás cayendo muy bajo.
un abrazo

Pablo García dijo...

en cuanto a hippie, el camilo ya lo era. "una vez más en las aventuras de Camilo"

Anónimo dijo...

hippie... no nos digás que venís de vuelta, desgraciado... un abrazo.

Anónimo dijo...

Alegria: siempre estamos juntos: sergio, pipe, lian ju, julio, cristian, jhoed, mauro... un ploncito, en mi silencio, es por camilo, por ese quijote de dulcineas frustrantes, por el que se eligió a sí mismo para fingir un sancho lleno de ilusión y fortaleza. A veces, las muchachas que pasan dejan, con sus culos, las calles pasadas de morbosidad, el quijote miedoso está en su verano de paisajes forasteros, acogiendo su papel de sancho sorpresivo. A veces me imagino que si vuelve, va a llegar acompañado de un señor con un nombre igual al de uno de sus amigos, de apellido Cortázar, igual de adolescente a él, caballero sin título ni modales cortesanos. He segudo el rumor de su ruta desnuda de brújulas, de puntos cardinales, de ientos indicadores... si vuelve, cuando vuelva, voy a limitarme a darle este abrazo que en los días de su viaje he tejido y destejido en mitad de las fumas y las borracheras, en el amoroso encuentro de los libros y se que voy a ser capaz de no decir nada, de oír en sus brazos todos los avatares de una realidad que, como siempre, fue diferente a lo planeado...

Cristian dijo...

camilo cada vez que me doy el pason por tu blog descubro que es un viaje sincero el que haces, por eso al parecer hay un angel que te acompaña, te dije alguna vez que lo vientos siempre soplan a favor de los caminantes.