Vea, todo empezó hoy en la tarde cuando le dije a un amigo que no se atrevÃa a ir a un bar gey. El amigo me dijo que él ya habÃa ido. Arrugué el ceño porque era yo el que no me habÃa atrevido.
Salimos, entramos al bar que está cerca de la estación de Metro Prado, en toda la curva de la oriental, donde detuviste a ese gorila y a mÃ.
Entramos al bar. Los tipos bailaban. Eso no lo habÃa visto en vivo y en directo. En la pista de baile se querÃan comer a besos. Se tocaban, se excitaban. Admito que no estaba ni estoy preparado para eso. Tanto, señor oficial, que le dije a mi amigo que me iba. Él se sonrÃo y me dijo que hiciera lo que quisiera, era problema mÃo. Lo miré. Él sonrÃo y sacó un tipo a bailar. Me quedé solo en la barra viendo a una pareja queriendo arrancarse los jeans con los dientes.
Un tipo empezó a mirarme. Más que un tipo era un gorila. El barman me dio una cerveza y me dijo que me la habÃa enviado le gorila. Le sonreÃ. Dejé la cerveza en la barra y caminé hasta el baño. Me despeiné. Hice algunas caras de mongólico que no debo forzar mucho. QuerÃa parecer lo más feo posible para no llamar la atención. Volvà a la barra. Tomé un trago de cerveza. Incluso para que nadie se me acercara me saqué un moco delante de todos, lo moldeé entre los dedos pulgar el Ãndice y lo pegué al envase.
El gorila que medÃa como dos metros, era barbado, corpulento, se acercó. No le importó lo del moco. Alcé el moco con la mano. No sirvió de nada. Con su mano que era dos ó tres veces la mÃa tomó mi brazo y me dijo que si bailábamos.
Oficial, en serio, eso me dijo. No sabe usted el frÃo que me dio. No sabÃa que contestarle. Si le decÃa no, de pronto me aplastaba la cabeza con un puño. Y si le decÃa si, era indigno a mi hombrÃa. El caso es que le dije al gorila que estaba con mi novio y señalé a mi amigo. El gorila me miró fijo y apretó mi mano con fuerza. Me solté y asustado me metà a la pista, separé a mi amigo de su pareja, le dije que tenÃa que ayudarme, tenÃa que bailar conmigo, porque un gorila me querÃa…
Bailamos un merengue, uno de Ricarena. Recuerdo alguna frase “sacúdelo que tiene arena…” nada más ordinario que esa frase.
El gorila se paró en frente de la pista y le preguntó a mi amigo si era mi novio. Éste contestó que no. El gorila se enfureció. Despicó un envase de cerveza. Algunos tipos empezaron a gritar como locas. Admito que también grité, pero no como loca sino como gallina. Vea, si, tal como le dijo, estiré las manos como un ave, incliné la cabeza y le dije al gorila que yo era cinturón negro. Él se rÃo. Y cuando se reÃa ¡trácate!, le di un patadón en las pelotas. Luego salà del bar y el gorila detrás con una silla levantada. En ese instante pasaba usted en su patrulla y me sorprendió huyendo. Y doy gracias a Dios que aparecieron, porque sino ese animal me hubiera partido en dos. Esa es la verdad.
- Mejor váyanse los dos. Cada uno a su casa. Y usted, me dijo el oficial, si no puede resolver sus problemas como hombre, es mejor que no salga de su casa.
- Bueno oficial, seguiré su consejo. Es bueno seguir las sugerencias de un oficial del ejército apostólico romano de la república de Colombia. Sin ustedes Colombia ya habrÃa tenido otro novel.
- ¿Qué quiso decir?, eso no me gustó, sea lo que sea, pero no me gustó.
- Nada oficial, solo hablaba de la efectividad y la inteligencia de la fuerza pública.
- Ahhh… bueno, pero lárguese ya y que no lo vuelva a ver porque pasará la noche en un calabozo por desacato y burla a la autoridad.
- Qué la virgen lo acompañe oficial.