El sueño

Soñé que mi rostro era un huevo freido. No había ningún rastro humanos más que el recuerdo de lo que alguna vez tuve un rostro. En el sueño hablaba burbujitas. Todo me era amarillo y borroso. Quise despertar. Desperé, me faltó la nariz para respirar y la boca para gritar. Quería mi rostro. Así que intenté verme las manos en el sueño. Pero como no me las podía ver, junte una mano con otra y de golpe abrí los ojos.

Respiré. Fui al baño. Me miré al espejo. Mi cara flaca, mi barba de mafioso acantinflado, mis parpados caídos, mis lagañas. Me comí una lagaña y la sentí saladita. Lo mejor de dormir son las lagañas. Me comí la pesadilla. Me enjuagué el rostro y volví al cuarto. Dormí como un bebe.

Me desperté de nuevo a las 10 de la mañana. Como no hago mayor cosa me despierto a la hora que me da la gana. Fui a hacerme el desayuno. Amanecí con ganas de huevo revuelto con tomate y cebolla. Eché el huevo en el sartén. Y mi rostro se dibujo en la superficie de teflón, entre la clara, la cebolla y el tomate.

7 coment�rios:

Anónimo dijo...

se nota que vos no tenés mayor cosa que hacer.

Las legañas te han hecho un poco mal para la escritura y el huevo frito es mejor sin tu rostro.

Juan Camilo dijo...

Estoy en total acuerdo con que el huevo frito es mejor sin mi rostro. No sorportaría ningún menú que incluya mi rostro. Sería una indescencia a la moral de turno. Por algo no desayuné. Ahh y siempre he escrito mal, y no dejo de escribir porque me siento bien haciéndolo. No me interesa ser un virtuoso, un insolente en busca de protagonismo literario. Solo me gusta escribir porque estoy enfermo. Por eso no pretendo ser un tipo serio que por serio se olvide de reir y comer lagañas. Te invito, anónimo, si quieres, a un desayuno con huevo y lo salamos con una que otra lagaña. Dicen los patas peruanos que es bueno para el dedo meñique una porción de lagaña en ayunas. Ahh y trabajo en una selección de futuros textos sin sentido, mal logrados desde la buena conducta, pero tan cotidianos que asustarán por sinceros.

Pablo García dijo...

el cuento hubiese sido más chimba en segunda persona, para qe se saliera del tópico autobiográfico, porqe el resto de la narración desde qe el personaje se levanta y va hasta el espejo, se quita la lagaña (lo abyecto), el desayuno, todo esta bien, entretuvo a este lector.

Anónimo dijo...

Con tu rostro o no, con lagañas o no, en primera parsona o en otra, enfermo o no, pero buen texto. Se nota un autor endemoniado, que es lo que rezalta al texto. No estoy de acuerdo con esa guevonadita de la sinceridad. Es un pretexto conmovedor. Lo más sincero que se puede decir (o al menos yo) es lo difícil de la sinceridad.
J

Anónimo dijo...

Como cami está en peru, se le perdona todo...

El cuento está bueno bueno bueno...

Anónimo dijo...

lagañoso.

Anónimo dijo...

Quizá esta sola prosa la explique un verso presente en la Intesidad y Altura del poeta peruano de la "desazón suprema", César Vallejo: "Quiero laurearme, pero me encebollo".

A comer huevos, a masticar espejos, a beber jugo de pelo, vulvas a la sábana. Las sopas de letras no siempre son buenas para la digestión, pero no importa, Cami, yo me siento a la mesa con vos y pasamos el hambre, la perra hambre de no encontrar sino estiércol ante las ilusiones.
Lián-ju