- Es cierto Josefa ¿Sabes la última?
- No querida, contame
- Vos sabÃas, claro que sabÃas, todos sabÃamos, que ese muchacho era muy malo. Buen trabajador si, pero ¡Maldadoso! Como él solo. Si cuando estaba chiquito perseguÃa gallinas con un tenedor porque querÃa comerselas vivas. Era un muchacho muy inquieto. A la comadre Amparo le robó unos zapatos y después de amarrar ambos de los cordones los engarzó en los alambres de electricidad.
- A mÃ, Manuela, en esa época, ese culicagado y sus amigos me explotaron el televisor con una papeleta en diciembre. Estaba con mi marido en la habitación y de pronto, trannnnnn… Luego del sonido la casa se llenó de humo. Dios quiera que no, pero ojala se mueran toditicos por malos.
- Pues mija, el Jairo ya está muerto.
- ¡Cómo! ¿Cuándo?
- Pues ayer, pero espera que me hiciste acordar de algo, ya te cuento el chisme. No se acelere Josefa, ya le cuento. Hay tiempo pa todo. Lo único seguro es la muerte. No se desespere. El caso que yo no lo odiaba del todo. Si, a veces deseaba que se fuera y que no volviera, pero ¡era tan buen trabajador ese Jairo! ninguno como él. TenÃa unas manos mágicas. Nadie lo superaba desyerbando, deshojando o raspando coca. No era vicioso, no bebÃa, no fumaba pero… mija, tenÃa el diablo por dentro.
- Si mija, en la época de la coca Jairo era famoso. Mi marido lo vio y me dijo que en un dÃa raspaba como 10 arrobas mientras mi marido, el pobre, si mucho, raspaba tres. Hasta que se fue como tres años con unos mafiosos para Puerto AsÃs. Cuando volvió compró la casa, la que está al lado del Pio XII, y se quedó quieto dos meses.
- Si Josefa, si hasta fue a la casa para que le hiciera de comer porque la Magola no lo querÃa ver por mal hijo y su hermano lo iba a picar a machetazos porque haber embarazado a su mujer. A los dos meses llegó una patrulla de policÃas y lo sacaron de la casa y lo balearon. Ahhh… y ese Jairo se hizo el muerto 15 minutos, como las lagartijas. Los policÃas habÃan llevado el cadáver a la casa de la comadre Magola convencidos de su muerte y de que ya habÃa pagado lo que habÃa hecho. Pues mija, ese Jairo en Puerto AsÃs habÃa estafado a un teniente de la policÃa, y peor aún, se habÃa volado con la mujer del teniente, y para ajustar, abandonó la mujer.
- Claro que me acuerdo de eso, si yo misma lo vi cuando lo trajeron los policÃas. El pobre tenÃa la camisa roja y no se movÃa. Magola empezó a llorar cuando los tombos se fueron. Pero el Jairo se puso de pie y se entró para la casa. Me quedé helada del susto. ¡Ese bergajo! Magola le curó las heridas. A la semana se perdió otra vez.
- No sé Josefa, ese muchacho era hasta lo más de pispo, pero estaba muy feo por dentro. Claro que yo le creà que se habÃa convertido cuando regresó. ¿Te acuerdas? venÃa bien vestido, con una Biblia bajo el brazo, dizque evangélico. Abrió su casa para la oración. Y los vecinos nos regalaba bocadillos y nos hablaba de lo arrepentido que estaba de su vida pasada.
- Si mija, era otro. DecÃa que habÃa encontrado a Dios en Antioquia. Pero que va, todo era mentiras. Se perdió una tarde, la tarde del miércoles de la semana pasada. De una me imaginé que habÃa vuelto a lo de antes, por eso no me asusté cuando ayer vino a buscarlo la policÃa. Perro viejo no mea distinto. Después de eso, ummmm… no sé.
- Bueno Josefa, le voy a contar el chismecito completo, es para no creerlo. ¡Ese Jairo si era! La policÃa vino a buscarlo porque habÃa vuelto a la casa del teniente y se habÃa robado unas joyas de la mujer. Entonces el teniente armó un grupo para buscarlo. Por eso estuvieron patrullando todo el pueblo. Y lo encontraron en un bus que iba para Pasto, casi llegando al Mirador. Lo bajaron del bus y le abrieron la barriga a metralla. Luego de muerto lo esposaron y se lo llevaron para el calabozo. Y hoy, en la mañana, cuando vieron el cuerpo tieso, se lo entregaron a la comadre Magola. La pobre estaba desde ayer en el comando rogando para que le entregaran a Jairo.
- Uff… ¡Qué cosas! Pobre Magola, ¿ya hablaste con ella?
- Nada… con qué tiempo. Ella ni quiso velar a su hijo. Le compró el cajón, le pagó la misa… ahhhh… ¡Mira Josefa! Ahà vienen con el difunto. Qué descanse en paz ¡PersÃgnate que te cae una maldición!
- ¿Viene Magola?
- Si. Debe estar sufriendo mucho. Pero… la pura verdad, para mà es mejor que se haya muerto. Qué mi diosito me perdone, pero es mejor, o no Josefa, ¿Tengo razón?
- Si… jummm… pero… ¿mira el vestido de Magola? Ni lo aplanchó.