El contra-atraco

- Les escribo una carta de amor para sus mujeres. Las cartas son efectistas. Vea, si es para reconquistar a una esposa es mejor una carta medio dulzona y cotidiana. Nunca fallan. Soy experto en eso.

- ¿Y cuánto sale eso?, dice uno Daniel, uno de los eciatorianos

- Es sencillo, la pago yo, contesto

- ¿Cómo?, responde Matín, el otro ecuatoriano

- Si, vea, por la denuncia de la perdida del pasaporte, de la tarjeta andina y la cámara digital que no tengo, ustedes me cobraron 30 dólares. Yo necesito 15 para llegar a la frontera de Ecuador Colombia. Así que con 15 dólares, que antes no tenían, para esta noche tendrán una mujer contenta. Porque si ven bien mi sutación, no tengo los 60 dólares que me cobra migarciones para costear el sello que no aparece en el pasaporte, dije.

- No sé, contesta Martin, uno de los ecuatorianos que sabe que sé que todo es una farsa.

- Bueno, es cosa que se debe decidir. Además, por una carta tendrán más que un beso. Dije

- Pero puedes trabajar en el parque, prosigue Daniel, el otro ecuatoriano, como si ignorara que en un parque ecuatoriano no se puede hacer actos públicos

- Es cierto, pero para conseguir el almuerzo, pero no para el pasaje. Pero muchachos, sus corazones me lo agradecerán así me hayan cobrado una fortuna por una denuncia que se hace gratis.

Los dos ecuatorianos se vieron. Me dieron los nombres de sus mujeres, Dolores y Milagros. Le escribí las cartas. Pagaron mi pasaje. Sonreí y salí a ver como solucionaba lo del almuerzo. Todavía me falta llegar a Tulcán. Salí a caminar Huaquillas, municipio de Ecuador y a pensar en Jimena, la peruana que me enseñó a abrazar de nuevo. Ay Jimena tus besos aleteo de suspiro me calman el hambre hoy que hace un calor insoportable.

1 coment�rios:

Anónimo dijo...

Jimena: se vino camilo?