Inventario a medias de un viajero egoísta

Lo mejor de todo viaje es el retorno, la llegada al mismo inicio pero con más herramientas. Es decir, volver a mirar con otros ojos por la ventana el paisaje que ya conocías.

Has atravesado Latinoamérica, algo te dice que eres más propio y más alto piel adentro.

No eres mejor que antes, ni más bueno ni más malo, solo más tú. Tal vez no des muchos detalles del viaje, porque el viaje fue un encuentro con Dios y con tu propio ritmo. Porque ese agujero que eras, que caminaba en blanco y negro, ahora acepta que puede morir de infarto e irse feliz porque ya no está solo.

Ahora tienes una patria de muchos países, pero con cedula colombiana. Eres una nota musical sin fronteras que quiere ser cielo en una tarde con amigos entre copas de vino.

Eres, y lo sabes, el protagonista de una historia por ocho días. Luego, la novedad de tu llegada dejará de importar. Por eso, porque es volátil la magia, es que disfrutas ahora. Después, cuando pase de moda, podrás presenciar la procesión de deseos y tirarles maíz.

Piensas en el viaje y sabes que fueron seis meses y que te van a preguntar y preguntar y preguntar y te vas a cansar y cansar y cansar de decir lo mismo, entonces distorsionas la historia, así haces otro viaje con tu viaje. Estás en todo el derecho. No hay nadie que te contradiga y testifique en tu contra.

Pero sabes, así no lo admitas, que de Argentina trajiste dos bolsas de hierba mate, un deseo reprimido en el cuerpo de Luciana porque es amor de hermano el que sientes por Luciana, un cds con varios tangos, fotos del otoño, el pito de los trenes… De Chile, nada, bueno, si, la tarjeta andina y el pasaporte con el sello. Ahh… y el saludo que no te respondieron al comprar la botella de agua que no te vendieron en Santiago. De Perú varios clientes del negocio de las cartas de amor, caminatas por el centro de Lima, el recuerdo de Jimena con sueño y con ganas de besarte, el arroz chaufa en todas sus posibilidades. De Ecuador la estafa por un denuncio en una comisaria, el ardor en las orejas de ser colombiano y saberse afectado por el gobierno de Uribe en un país ajeno. De Colombia los ríos del Putumayo, el sabor del caldo de gallina, la mirada de un indígena que es la mirada más antigua de nuestra historia atropellada…

En fin, te reservas la historia del viaje, al menos por ahora. En tu condición de recién llegado quieres darte el lujo de ser egoísta. Es que eres como una buena canción, que por estos días está en el top de las más sonadas.

3 coment�rios:

Amarilla dijo...

(Precioso)

Anónimo dijo...

charro, como ya no hay anónimos, ya no hay comentarios.

(parcero, usted no cambia, definitivamente. buena por esa)

programador holográfico. dijo...

jajaja, qe bue chiste
Att: un anónimo qe saben qién es.