El brujo

“Dentro y fuera de la casa me pongo el sombrero como me da la gana”
Walt Whitman

Canto a mí mismo de Walt Whitman apresuró mis ganas de comprarme un sombrero. Además, pertenezco a la tierra de los sombreros. El sombrero es para el sol y en Antioquia hace sol todos los días.

Era domingo. Estaba en Girardota-Antioquia. Aproveché porque en los pueblos el domingo es el día en que más sombreros salen a misa o buscar novia. Encontré un sombrero en un almacén de antigüedades. Dije que era un regalo para mi abuelo y me hicieron descuento.

Celebré la adquisición en el Kiosco familiar. Le pedí a don Rubiel, el mesero, un café con un vaso de agua. En la mesa contigua había un hombre con un portafolio. Me saludó.

El hombre de 1,73 de estatura, piel blanca, cabello castaño claro, afeitado de hace dos días, con una curita en el cuello, dientes amarillosos y torcidos, ojos claros, dijo que era brujo y si le permitía sentarse en mi mesa.

- Claro caballero, no hay problema. Dije.
- Tengo ojo clínico y siento energías que están más allá de nosotros.
- ¿Maneja la magia negra?
- La negra y la blanca.

El hombre me mostró su portafolio. Dentro había purgantes y cremas para dolores musculares.

- Puedo vender lo que sea. He recorrido latino América y Colombia. No me mire así, es la pura verdad.
- ¿Qué sabe de los espíritus? ¿Es verdad que hay que hablarles fuerte para que no molesten?
- Claro, yo me les paro en la raya. Los madreo. Es necesario que sepan con quién están tratando. No les tengo miedo. Han querido matarme pero no han podido. A uno le pueden meter 20 tiros pero si no es el día para morir nadie lo caza. Pero si es el día hasta una maquina de afeitar es fatal. Además estoy rezado. Se pregunta el por qué tengo esto en el cuello. Es un nacido. Me dan nacidos en todo el cuerpo. Son los malos espíritus. Pero estoy rezado. En Medellín he esquivado balas a los malandros. Estoy protegido. ¡No cree! Vea. Esto me lo hizo un taxista.

Se levantó la camisa y en el hombro izquierdo tenía un quemón de más de 20 centímetros de largo por unos 7 de ancho. Volvió a sentarse. Alzó las manos y pidió otra cerveza y un café.

- ¿Cree en Dios?
- Creo en Dios y no tengo que ir a misa para demostrarlo. Dios es presencia. Es energía. Él lo es todo. Hay que creer para ver. Porque sino esto sería una mierda.
- Usted es un sabio de la vida, dije.
- Gracias. Es que mi ciencia la aprendí hace 15 años y con ella he conseguido lo mío con respeto. El respeto es lo único que puede reformar esta sociedad. Pero eso sí, me faltan al respeto y ¡saben quien es Jesús Manuel Sierra!
- Mucho gusto.
- El gusto es mío. Ya estoy medio borracho. Bebo desde los 9 años y tengo 48. Usted me da confianza. Sé que le va a ir bien en el periodismo.

Jesús Manuel me sorprendió. Sonreí. Porque mucha gente acude a los brujos para que les digan lo que ya saben. Aún así, le iba a preguntar cómo sabía que había estudiado periodismo. Pero continúo hablando sin importarle mi inquietud.

- Mi padre me quería porque me le paré en la raya. Maltrataba la cucha. Era el putas cuando bebía. Así que me llené de mocos y le dije que si volvía tocar a la cucha se las veía conmigo. Me fui de la casa. Pero supe que el cucho era un grande. Lo valoré cuando bebí con él. Porque él solo estrujaba a la cucha. Porque donde le hubiera pegado la hubiera matado. ¡Con la fuerza que tenía! Luis Ángel Sierra se llamaba, que en paz descanse. Entendí que los problemas entre los padres son entre los padres. Uno nada tiene que hacer ahí.
- ¿Su madre vive?
- Si. Mi vieja hermosa y cantaletosa. Por eso la empujaba mi padre. Llega un momento en que las mujeres se pasan de hablar lo mismo. Desesperan. Lo que toca es irse porque uno siempre pierde.

Sonreí. Me llevé la mano derecha a la boca. El brujo tomó un sorbo de cerveza y me dijo:

- Vea, no se apresure. Las cosas llevan su ritmo. Cuando se nace con un don no hay nada que lo impida salir. Pero eso si, mantenga el bajo perfil. Cuando se está entre todos se puede ir a todos partes. Pero hay que ser humilde. El orgulloso no sirve. No desespere si otro es más rápido. Haga sus cosas. Usted irá más lejos. Pero no se la crea del todo. Es decir, métale la ficha, haga lo suyo, pero siga sin creérsela. ¡Me entiende!
- Si y no ¡Me entiende! Dije.
- Vea, me dicen loco. Pero eso no importa. No soy ni más ni menos por lo que diga la gente. Uno es quién debe mirarse sin esperar la opinión de otro. Todos los días estoy aprendiendo. Tenga esto presente, así esté borracho: No importa saber sino estar aprendiendo. No lo olvide, estar aprendiendo.

Llamé a Don Rubiel y le pedí otro tinto y otra cerveza. Jesús me dijo que quería abrazarme. Lo abracé. Jesús se sentó de nuevo. Se quedó en silencio después de haber hablado sin interrupción por más de dos horas. De pronto me señaló con el dedo índice.

- Pero sabe qué pelao. Me disculpa si lo ofendo. No me gusta lo que piensa del sexo. Si fuera su papá lo cogería a fuete. Pero eso es asunto suyo.
- No entiendo.
- Si entiende. Todo lo que le he dicho ya se lo ha dicho usted mismo. Pero no se ponga así. Ya estoy muy borracho. Es que bebo mucho.
- Le creo.
- Hombre, le voy a pedir algo.
- Dígame.
- Acuérdese de mí. Me llamo Jesús Manuel Sierra. No se olvide. Jesús María Sierra. Con eso es suficiente.

Jesús con su portafolio en la mano, ladeado por las cervezas, se dirigió al parque de Girardota. Acomodé el sombrero. Escuché que silbaba algo. Tal vez un conjuro para hipnotizar clientes y sapos.





3 coment�rios:

Ingrid Serna dijo...

Presentáme ese brujo a ver si me cura un mal de amores. My lovely Cami, con verguenza debo confesar que mientras buscaba en la inmensa lista de mis páginas favoritas una web de zapatos, me encontré de nuevo tu blog. Lo abrí y es adictivo. me devoré sin piedad como 3 páginas de posts.
Hace años que no te veo, pero que maravillosa esta sensación de sentirte cercano a través de tus escritos. Ojalá te vea pronto. Te mando un abrazo gigante. Y me seguiré devorando tu blog.

Juan Camilo dijo...

Mi bella Ingrit, bello encontrarte por estos lados. Para ti un abrazo grande, tan grande que sea innegrable que es un abrazo.
CAmilo

ZaloMoon dijo...

Una belleza Maluco, una belleza