Este año creà en un amor que no funcionó y me llevó a lugares frÃos donde mi nombre fue solo fonema. Pero conocà una mujer eléctrica para el corazón. Mujer que no quiere saber nada de mà porque asumió la parte monetaria de la aventura y yo el agradecimiento. Con agradecimiento no se pude cubrir las deudas en los bancos.
Este año volvà a la infancia. Lo sé porque se me ve la salud desde que encontré las ranas que siempre estuvieron camino a casa. Las ranas y los grillos. Las ranas y Dios.
Este año estuve exilado por voluntad propia, escribà poesÃa con hambre, abracé a mi madre y a mi hermana, entendà que el amigo es el que está con uno como uno con uno mismo.
Este año encontré a Dios sin religiones prestadas: Yo era el templo. Dios siempre me habÃa sucedido pero no me habÃa dado cuenta. Dios es respirar de nuevo para atreverse a ser propio. Dios es el verso garabateado en un cuaderno El Cid de 100 hojas. Dios y las ranas. Dios y los amigos.
Dios es el cigarrillo Piel Roja sin filtro acompañado con un trago de cerveza Club Colombia. Dios es el batallón de pájaros que celebran el dÃa al otro lado de la ventana.
Dios es la erección dolorosa, es decir, Bibiana, Sandy, Juliana, Diana, Luciana, Jimena, MarÃa Teresa. Dios también son las mujeres que me rechazaron porque las asustó el amor. Pero a veces recuerdan mis locuras y se estremecen sin sospechar que sus nombres están incluidos en un Ãndice onomástico de besos quebrados en los labios.
Dios es la luz de las lámparas camino a casa, el arroyo que me enseña a no pensar, el gallo que arrastra el dÃa y le sirve de escorzo al alba.
Dios es un beso con perfume, un suspiro 365 veces al dÃa, un apretón de mano, un dulce de naranja, un domingo en bermudas a las tres de la tarde.
Dios es morir dÃa a dÃa la vida intensamente. Dios es otro año que empieza, que no es otro, porque Dios es siempre hoy y nosotros un recuerdo de paso. Dios es la eternidad un miércoles a las 2:30 am. Dios es la barba que crece. Dios es el sombrero que luzco. Dios es mi cumpleaños número 27. Dios es vivir, vivir, vivirvivirvivirvivir…
Este año volvà a la infancia. Lo sé porque se me ve la salud desde que encontré las ranas que siempre estuvieron camino a casa. Las ranas y los grillos. Las ranas y Dios.
Este año estuve exilado por voluntad propia, escribà poesÃa con hambre, abracé a mi madre y a mi hermana, entendà que el amigo es el que está con uno como uno con uno mismo.
Este año encontré a Dios sin religiones prestadas: Yo era el templo. Dios siempre me habÃa sucedido pero no me habÃa dado cuenta. Dios es respirar de nuevo para atreverse a ser propio. Dios es el verso garabateado en un cuaderno El Cid de 100 hojas. Dios y las ranas. Dios y los amigos.
Dios es el cigarrillo Piel Roja sin filtro acompañado con un trago de cerveza Club Colombia. Dios es el batallón de pájaros que celebran el dÃa al otro lado de la ventana.
Dios es la erección dolorosa, es decir, Bibiana, Sandy, Juliana, Diana, Luciana, Jimena, MarÃa Teresa. Dios también son las mujeres que me rechazaron porque las asustó el amor. Pero a veces recuerdan mis locuras y se estremecen sin sospechar que sus nombres están incluidos en un Ãndice onomástico de besos quebrados en los labios.
Dios es la luz de las lámparas camino a casa, el arroyo que me enseña a no pensar, el gallo que arrastra el dÃa y le sirve de escorzo al alba.
Dios es un beso con perfume, un suspiro 365 veces al dÃa, un apretón de mano, un dulce de naranja, un domingo en bermudas a las tres de la tarde.
Dios es morir dÃa a dÃa la vida intensamente. Dios es otro año que empieza, que no es otro, porque Dios es siempre hoy y nosotros un recuerdo de paso. Dios es la eternidad un miércoles a las 2:30 am. Dios es la barba que crece. Dios es el sombrero que luzco. Dios es mi cumpleaños número 27. Dios es vivir, vivir, vivirvivirvivirvivir…