A puertas cerradas

- ¿Cómo te gustan las niñas? ¿Flacas o gorditas?

- La verdad, ehhh… las dos y ninguna. Me explico, hay flacas con actitud muy obesa y gorditas con actitud muy liviana. ¿Me entiendes?

- No.

- Bueno… ehhh… es ser claro. No va al caso pensarse por otro. Mejor sentir sin hacer promesas.

- No contestaste. Ya veo. Pero dejas claro que te importa nada. Los más relajados hacen igual daño que los más celosos. Fresco. Sé que esto no tiene después. No llamaras. Además soy una nena grande. Disfruto y olvido. Aprendo el olvido de los hombres. Nosotras recordamos y ustedes olvidan. Ustedes empiezan una relación sin pasado.

- Es cierto. Hago nada todo el tiempo. Me definiste. No busco. Apenas te conozco y es una ventaja porque no hay explicaciones. Ya que me conoces ¿puedo hacer una pregunta?

- Claro.

- Bueno, sabes que después de la lujuria el hombre calla. Yo aprendo a no callar cuando no hay intenciones. A lo que voy, es que me interesa una mujer. Lanzo señales y no responde. Le dije que me interesaba. Ella sonrío. Hace poco la invité almorzar. Quedé en llamarla y no estaba. Salí de casa. Me tomé un café negro. Jugué billar. Le di la espalda a su cuerpo de melón maduro con la canción “Nos sobran los motivos” de Joaquín Sabina. Pero ella se disculpó y me confundí. La pregunta es ¿fue la culpa?

- Si, la culpa. Las mujeres tememos memoria tardía. Vivimos en pasado. Queremos y no queremos. Nos contenemos. Hay muchos prejuicios que aceptamos. Ella no quiere hacerte sentir mal pero tampoco quiere contigo. Quiere y no quiere. Porque cuando se quiere se quiere y se busca. Es mejor que no la busqué. Le debes parecer un tipo divertido pero no lo suficiente interesante.

- Me pasas la cerveza. Gracias. ¿Quieres?

- Está rica. ¡Caramba!… ¡Las cinco de la mañana!

- Es tarde. Bueno, temprano...

- Si, pero no te alejes. ¡Tienes miedo! Fresco. Le voy hacer lo que te gustó hace rato.

- Suave que no es de caucho. Así está mejor.

- Perdona. Pero… ven más cerca. Así es. Acá. Tócame. Así… en el centro. Uhyyyyyyyyyyyyyyy… Asiiiiiiiii…

- No se puede, dije.

- Bueno, no se puede. Te odio pero no te odio.

- Creo que es hora de irnos. Ya amaneció.

- Si. Duele la luz. Me voy a derretir.

- Jajaja. Fresca. Después de unos minutos la luz no duele. Chao.

- Claro, lo dices porque para ti ya me derretí. No ves así me veas. Chao.


3 coment�rios:

mx dijo...

jajajajajajaja. ya pasamos de la paja al manoseo!!! èste mi cami! un abrazo!

Héroe de Leyenda dijo...

Estupendo, muy bukwoskiano¡

Djuna dijo...

de acuerdo con lo de muy bukwoskiano!.... me gusta!