Fantasmicia

Ella miraba por la ventanilla y nada parecía distraerla. Aproveché que su atención estaba en otra parte para dirigir mi mirada a sus pechos. Sus pezones se insinuaban sobre su camisa blanca. Quería dirigir mis ojos a otra parte porque no me parecía muy honesto mirarla así, pero, más miraba. Algo me decía que esas dos protuberancias eran del tamaño de mis ambiciones. Por ello, me fue inevitable ocultar mi exaltación. De un momento a otro, cuando el bus nos dejó en la estación del Metro la vi alejarse e intenté, sin éxito, volver a caminar rítmicamente.

6 coment�rios:

matrioska_verde dijo...

Nadie le juzgaría por sentirte así, a mí me parece lógico. Buen micro. Biquiños,

MAR dijo...

Gracioso y muy sensual jaja.
Me gusto tu post, es diferente.
Mis cariños para ti.
mar

Unknown dijo...

haberle dicho algo ¡hombre! un saludo

Humberto Dib dijo...

Juan Camilo, un relato que transmite el deseo, ese deseo que acicatea cuando menos lo deseamos, pero así es él.
Te dejo un gran abrazo.
Humberto.

Juan Camilo dijo...

Aldrabra
Pienso lo mismo. Además, es tan cotidiano.

Mar
Bienvenida por este espacio y gracias por el comentario.

Marian
Eso mismo le dije al personaje del Post. Pero ya había pasado todo. Quizás en la próxima.

Humberto
Si, el deseo atropeya hasta el más fuerte y lo arridilla ante lo deseado.

Belén dijo...

Si es que os fijáis en lo que no debéis :)

Besicos