En Colombia, lamentablemente, existen asesinos en serie más letales que los que exhiben los programas policiales y las pelÃculas gringas. Hombres como Garavito o Pedro Alfonso López, entre otros, le han hecho mucho daño a la comunidad del Sagrado Corazón calcinado por la injusticia del sistema judicial colombiano.
Pero algo más aberrante que los asesinos en serie son los medios de comunicación y los grandes poderes industriales. Estos poderes utilizan las fechorÃas inhumanas de los asesinos como publicidad de venta. Por ello, los extras o las chivas son las declaraciones descarnadas de algunos de estos individuos.
No está de más que asà como hicieron con Pablo Escobar y todos esos personajes de la narco polÃtica, los paramilitares… aparezca una serie en alguno de los canales nacionales recreando la historia de alguno de estos asesinos. Como si el asesinato fuera un pasaporte al estrellato en la sociedad de nuestro paÃs.
Se deberÃa exiliar a estos personajes, no darles protagonismo, llevarlos a una muerte mediática, porque no son ejemplos a seguir. Pues una muerte es un hecho para lamentarse. Por ello, se deberÃa esforzarse un poco, si lo que se quiere es un cambio verdadero en nuestra sociedad, en exaltar aquellos personajes que han dedicado una vida a una causa noble: el agricultor, la profesora de una escuela rural, el músico de pueblo, el poeta de publicaciones piratas… pero no, como no se ven porque no son escandalosos, extravagantes y vulgares, no son dignos de nuestros afectos. Este desconocimiento de los grandes hombres y mujeres se debe a que no se ajustan al márquetin de venta de los medios de comunicación.
Considero que los medios masivos, al menos esa es mi perspectiva, están creando un modelo de vida retorcido, facilista, amoral en Colombia… Aprovechan que la juventud colombiana dedica la mayor parte del dÃa a la televisión y las redes sociales y los sumergen a la moda mediática para atraparlos como una mosca en una tela de araña. Asà garantizan fieles espectadores, fieles televidentes, constantes infelices que han trasladado sus sueños a las pantallas.
Los grandes medios, los grandes poderes, nos están alejando de la posibilidad de respirar y de encontrarnos en nosotros mismos. Parece que entre más nos perviertan, entre más nos retuerzan y confundan, más les conviene para seguir lucrándose a costa de la sangre derramada de miles de colombianos en el transcurso de la historia patria.