CaserĂ­a


Un ratĂ³n cruzĂ³ la sala. LlegĂ³ hasta la cocina. Al frente estaba el pedazo de queso envenenado que le habĂ­a puesto doña Flor. Ella, una viuda cincuentona sentĂ­a repulsiĂ³n por los ratones. HabĂ­a ensayado todas las trampas y venenos que se anunciaban en el mercado. Pero el nuevo inquilino seguĂ­a inmune. AsĂ­ que consiguiĂ³ un gato, uno que le habĂ­a recomendado una amiga. El ratĂ³n llegĂ³ hasta el queso. Lo oliĂ³. Se llevĂ³ las patas delanteras al hocico y pasĂ³ de largo. BuscĂ³ un pedazo de galleta y volviĂ³ a entrar al agujero del que saliĂ³. El gato desde el sofĂ¡ bostezĂ³. Sigiloso se dirigiĂ³ hasta el pedazo de queso. Con los dientes lo llevĂ³ hasta el recipiente de la basura. Se asegurĂ³, como muchas otras veces,  de no tragar saliva. Luego, se echĂ³ en el sofĂ¡  a esperar que Doña Flor le sirviera su taza de leche caliente.

4 coment�rios:

Unknown dijo...

RecordĂ© la sensaciĂ³n espeluznante y agria que me da cuando veo un ratĂ³n vivo o muerto, aunque sĂ© que nunca me podrĂ­an hacer daño, mas, toda mi infancia crecĂ­ corriendo de estas pequeñas criaturas y siguiendo el alboroto de gritos y saltos de todos en la casa y de mamĂ¡ con la escoba cuando veĂ­a cruzar uno ratĂ³n por la cocina.

Juan Camilo dijo...

Nancy
Un recuerdo de muchos y de muchas. Gracias por su comentario.

Charlie El Balsero dijo...

Hace unos dĂ­as tuve que cazar un ratĂ³n que estaba haciendo estragos en el jardĂ­n... el muy cabrĂ³n era hasta vegetariano porque acabĂ³ con el perejil y la yerba buena

me hiciste recordarlo porque le di su merecido cual gato al ataque.

saludos
carlos

Juan Camilo dijo...

Carlos A
Los ratones son terribles. Durante dĂ­as, uno pequeño, no me permitiĂ³ dormir porque estaba encantado con unas semillas de girasol que tenĂ­a en mi habitaciĂ³n