Hace unos dÃas un docente afirmó a un grupo de niños y niñas que los ángeles existÃan. Él, sin creer mucho en sus propias palabras, dijo que eran tal reales como los hombres. Uno de los niños, algo silencioso, pero muy atento, alzó la mano y dijo que habÃa un ángel cerca. El hombre ignoró el comentario.
Camino a casa el docente pensó en el niño y se conmovió por la ingenuidad. No le dio más vueltas al asunto para no entrar en debates morales sobre el impacto de sus historias.
Una semana después, el docente estaba en una convención de literatura en la ciudad. Pasó por un centro comercial, justo por la sección esotérica. Sintió una palpitación fuerte. La misma que le dio el dÃa que conoció a la madre de su hija y el dÃa en que por un azar que todavÃa desconoce no tomó un taxi y a los minutos este vehÃculo se accidentó. Asà que entró al lugar. A los segundos, una señora que no conocÃa, de unos sesenta años lo llamó por su nombre. Ella para calmarlo le dijo con voz amorosa que no se asustara, que ella trabajaba con los ángeles. El docente escuchó sin poder mover un dedo como ella le argumentaba que unas horas atrás se habÃa contactado con un ángel, quién le dijo que un hombre, llamado tal, con tales indicaciones y a tal hora llegarÃa a su negocio. Entonces debÃa darle unas esencias para que ese sujeto, que tenÃa una conexión especial con los niños y niñas hiciera una apertura significativa entre los ángeles y los niños.
2 coment�rios:
Encantador relato que he disfrutado.
Quizás todos tengamos un ángel que en ciertos momentos nos protege de algunas cosas inexplicables.
Me gusto pasearme por aquÃ.
Saludos.
Elda
Bienvenida por esta ventana. Espero estos paisajes te adviertan de otros viajes. Un abrazo.
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