3. La otra cara de la moneda





A cada sistema le aparece la fisura, como el punto negro en la pared blanca. En el sistema capitalista es innegable que el predominio del capital conllevó a la deshumanización por el aumento de riquezas. Esto generó una crisis moral en la familia. Es decir, se conoce el precio de todo y valor de nada. 

En el socialismo el estado administra los medios de producción y regula las actividades económicas y sociales. Lo curioso, es que ahora el comunismo en la isla es una especie de dictadura para algunos intelectuales, activistas y homosexuales. Para otros es un sistema inmejorable aunque reconozcan la escasez y el aislamiento. 

En Cuba la connotación de isla es muy acertada. Para muchos su mundo es del tamaño de la isla porque ésta se congeló en el tiempo después del colapso del bloque soviético. Los cubanos no tienen como enterarse de lo que sucede afuera. Los medios de comunicación hablan de los países aliados, de la pelea con el imperialismo que ya es como un pretexto y no un sentido vital de la revolución. Sin embargo, la Cuba naciente, en el centro de la Habana se llena de almacenes, edificios y hoteles. Es irónico, pero estas reformas capitalistas son una alternativa para los ideales socialistas. El turismo es una importante entrada económica. 
Como turista me fasciné con el Capitorio, los Chevrolets, Buicks y Oldsmoviles que circulan por las calles, los coches de caballo. Me detuve un tiempo en la Habana Vieja donde está la Plaza de Armas con sus museos, bulevares, construcciones antiguas, la calle Obispo que es peatonal y se ven personas del todo el mundo, la arquitectura colonial española, los hoteles con sus grandes restaurantes y grupos de folklor cubano en vivo. Por algo esta parte de la ciudad, la mejor restaurada, es considerada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Además, está el malecón y el gran castillo de la Real Fuerza construidos por los españoles para defenderse de los piratas atraídos por las riquezas que éstos ya habían hurtado. También es necesario caminar el Vedado, tal vez el núcleo estatal de la Habana donde muchas de las mansiones coloniales se destinaron para las oficinas gubernamentales o museos. 
Caminaba y cada vez era más evidente que la imagen de Cuba, la que se ve afuera de la isa, corresponde a la que se vive en el Habana Vieja, en el Vedado y en el Centro Habana. Es la cara para el turista, para el que se siente como si fuera el protagonista de un comercial de televisión. El que tiene todas las comodidades que disfruta en su país. Sin embargo, el cubano promedio no puede acceder a esas comodidades, a no ser que enamore a un extranjero y éste le dé, por algunos días, la posibilidad de explorar aquellos lugares que solo el dinero puede abrir. 
La Cuba del turista reúne a los cubanos que son camareros, cantantes, taxistas, santeras, mulatos que esperan ser contactados por una extranjera, muchachas que coquetean con quien pueda pagarle sus caricias, pintores, vendedores de maní… Pero ese es un porcentaje pequeño. La mayoría viven fuera de la zona turística. Esa es otra Habana, la que se ve desde la ventanilla del taxi cuando se sale del aeropuerto. 
En la tarde, cansado de fotografiar las fachadas y de no encontrar ese contacto, esa puerta que me permitiera entrar a eso que estaba más allá de lo turístico, caminé hasta el parque El Curita y abordé la guagua P-12 con la determinación de volver a casa de Andrés. Estaba algo afligido. En la fila me saludó un hombre joven, Víctor Marcos Valdés, activista y periodista. Iba con Augusto Guerra Márquez, un predicador cristiano que fue preso político por 23 años. Les pregunté a donde iban. Ellos respondieron que a casa de una compañera para llevarle algunos textos y fotos para que ella los publicara y así poderle mostrar al mundo la otra cara de Cuba. Al indagar por los medios de comunicación que utilizaban me contaron que ellos eran un pequeño grupo de blogueros que están con los cubanos abandonados por el sistema y van a la embajada Checa para acceder a la web. 
Llegamos a la casa de Ada María López. Ella vive con su esposo y sus hijos. En su casa adecuó un rincón de la sala para una biblioteca pequeña e independiente en la que reúne libros para instruir a sus compañeros. Trabaja de la mano con las damas de blanco, las esposas de los presos políticos que marchan en las plazas públicas o por las calles de la Habana. A ellas, dice Augusto, hay que ponerles un tapete rojo porque son la inspiración de la lucha. 
Me senté en la mesa y me mostraron, en un portátil, los comunicados por publicar: el video editado de un exiliado que se pudre, literalmente, en su casa. Luego, cada uno habló de sus peripecias. A Víctor un policía lo había herido en la mano, a Augusto en la cárcel le partieron dos costillas y un diente, a Ada la llevaron presa y no puede asistir al hospital y los medicamentos se los envían del extranjero. Sin embargo, ninguno quiere irse de la isla porque es en su tierra donde la resistencia tiene sentido. 
Miraba la información que me daban cuando llegó Agustín López Canino, el poeta de la resistencia, al menos para los blogueros. 
Él se sentó en una silla, con las manos sobre la cabeza, dueño de sí. Su mirada inquisidora contrastaba con su sonrisa infantil. Su barba blanca y abundante y su cabello largo le daban un aspecto de sabio. 

Agustín López
Agustín fue oficial de marina por 20 años. En ese entonces creía en la revolución. En la flota del Caribe viajó a México donde la m
irada de la isla cambió notoriamente porque el mundo de afuera no era como lo pintaba Fidel. Siempre, desde niño, sin importar los problemas que ocasionara, siguió sus instintos por lo que se le dificultó adecuarse al sistema. Quizás por ello, cuando era marino, se negó a cortarse el cabello y la barba. Hecho que lo llevó a la cárcel. A partir de ese quiebre empezó a configurarse en él la idea de que el socialismo era un error y que Fidel estaba loco, al menos en sus últimos años de mandato. Entonces rompe con la revolución. Escribe su descontento y busca a Fidel para conversar. Le niegan la entrevista y les deja una especie de ensayo social de 90 páginas. A los dos meses le responden con un gracias. 
Aprendió sobre cerámica y reparación de colchones. Alternativamente trabajó un lote que le donó un amigo. Por ese tiempo entrenaba artes marciales dos horas diarias por si necesitaba defenderse. 
Cuando Raúl Castro asumió el poder quiso entrevistarse con él, pero también le negaron el encuentro. Empezó a buscar medios para publicar. En una biblioteca independiente se encuentra con el periodista Reinaldo Escobar quien, al conocer sus textos, lo invita a publicar en el periódico 14ymedio. Además, le abre un blog dekaisone para que pueda publicar. Después de ello decide crear un movimiento de blogueros “Cuba de adentro y de afuera”, de cubanos sin miedo a ser excluidos que se atrevan a contarle al mundo lo que sucede en la isla. 
Ninguno de los participantes gana dinero. Escriben por amor a la resistencia. Al principio empiezan a conversar con la gente, a viajar a diferentes lugares de la Habana, a participar en marchas, a reunirse con otras organizaciones activistas. Cuando el participante está listo y eso lo determina el compromiso con la causa, Agustín o Ada le abren un blog para que pueda escribir. 
Agustín habla y todos le escuchamos. Durante el diálogo confesaba que me diría lo preciso, pues su historia quería contarla en una novela autobiográfica que ya estaba escribiendo. Dice que no quiere darle a nadie la perla de su vida. Al final nos despedimos. 
Salí de la casa de Ada con la sensación de haber visto la Cuba que días después entendería un poco más cuando me encontré en la Biblioteca Nacional José Martí con María Quintero[1], historiadora y profesora de la Universidad de la Habana. Para ella la revolución colapsó hace muchos años, pero nadie puede decirlo. Los cubanos crecen con una venda en los ojos para que no descubran que la revolución ya no es lo que era. Perdió el propósito. Eso lo afirma desde su formación académica. Aunque para hablar de ello debe estar pendiente de quien la escucha porque de ese tema no se puede opinar libremente. Y sobre la oposición afirma que le falta estructura porque muchos aprovechan la coyuntura política del país para buscar apoyo internacional. Y lo que cuentan muchas veces lo hacen más desde el fanatismo que desde la objetividad. Faltan argumentos de fondo que den otra mirada a la realidad cubana que solo permite a la academia hablar abiertamente sobre la derecha o la oposición antes de que el comunismo fuera el sistema político cubano. 
Caminé rumbo a la casa de Andrés y de Bertha. El sol se escondía entre las nubes. El frío se hacía más intenso. Quise fotografiar el edificio del Ministerio de las Fuerzas Armadas, diagonal a la Biblioteca Nacional, frente a la Plaza de la Revolución que se veía hermoso con los últimos rayos del ocaso y un soldado me hizo borrar la foto. Hice el gesto de borrarla y continúe rumbo a la casa que me esperaba con la calidez de un cuarto y una buena comida.
[1] El nombre de la fuente se cambió por petición de la misma.




Ministerio de las Fuerzas Armadas


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