Aprendo viento a romper las cadenas que fabrican los que se proclaman “buenos ciudadanos”. Estas personas en su idea de “buenos ciudadanos”, los ejemplares e incorruptibles atentan, con la rigidez de sus actos, contra lo espontaneo. Son ellos los que han reducido notablemente la fascinación de caminar sin rumbo. Son, gracias a su idea del bien y del mal, los conserjes de baratijas en desuso, las buenas costumbres echadas a perder.
Rompo las cadenas. Rompo con las ideas que tienen de mÃ. Rompo con las esperanzas puestas en mÃ. Rompo con lo que creo de mÃ. Rompo con lo que no he sido de mÃ. Voy terrible y vital. Voy sin rumbo hacia la selva frondosa de lo nuevo.
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