No he escrito con frecuencia porque he estado viajando por Colombia en busca de la fuerza de mi tierra. Me he encontrado con seres mágicos que ningún libro podrá ilustrar mejor que la vida. Mìsticos campesinos que asumen la vida como un milagro en continuo movimiento. En la capital  me robé del centro Gabriel García Márquez  las cartas del I ching. Partí sin remordimiento para Santader donde conocí varios pueblos como Suita, San José de Suita, Olival, El Socorro, Oiba, San Gil, Curití, Cimitarra. Cada lugar tiene una historia que iré desenmarañando en otras entradas. El viaje acompañado de una mujer que es a fin con tu vibración hace que sea más ágil el camino. Con mi compañera la suerte fluye y sé qué es la chica con la que quiero viajar el tiempo que estemos juntos. Porque se necesita de lo femenino para que el viaje sea una enseñanza continua. Acompañado los maestros se sienten menos intimidados y te ayudan a ser un hombre práctico. Las fotografías van bajo la retina. Porque prefiero viajar que dejar de viajar por fotografiarme y decir que viajé. Voy lleno de montañas y voces bajo la piel.