Creo que uno debe escribirle a aquellos milagros naturales que siempre estuvieron ahÃ, están ahà y permanecerán en el tiempo. Es un acto de agradecimiento poder referirse a imponentes paisajes que nadie más que uno conoce por el hecho de haber nacido en ellos. En este caso quiero dedicarle unas lÃneas al Cerro Bravo. Cerro que se impone en el municipio de Fredonia, ubicado al suroeste de Antioquia.
Para empezar quiero referirme al cerro de “tu” y no de “él”. De “él” a “tú” hay grandes distancias. Una de ellas: Mientas el “tú” es como un abrazo el “él” es como la fotografÃa del mismo. De ahà que el “él” al nombrar el Cerro lo represente como un monumento rÃgido de unas pocas lÃneas telegráficas y “tú”, en cambio, es un texto más ameno y sentimental.
Querido Cerro te impones en el tiempo y por ello estás en el paisaje desde antes que nos inventáramos la palabra “Cerro”. Eres un rumor que nadie escucha porque te mueves en otra frecuencia. Eres como esa palabra que se dice y nunca termina de pronunciarse: La palabra que encierra todas las palabras.
De pequeño te vi desde la casa de mi abuelo, ubicada en la vereda TravesÃas. Vereda de donde se te puede ver como una pirámide perfecta. Desde allÃ, subido en un ciruelo, te vi durante horas, dÃas, meses y años y sentÃa algo que no era capaz de llevar a las palabras. Ahora, con unas cuantas palabras de más, vuelvo a verte, no desde la casa del abuelo, y vuelvo a sentir lo mismo. Pareciera que te escondes bajo un manto de niebla para ocultarte de todos porque quieres estar solo, en intimidad. Imagino que todo tú se re-acomoda y tu estructura de roca, de volcán dormido, te hace ver, bajo la niebla, como un gigante sentado en flor de loto. Entonces meditas. Quién sabe en qué piensas, pero es notable que haces algo porque la temperatura baja y todo lo que representas y cuidas empieza a laburar. Por ejemplo: La araña teje y luego, cuando siente su tela segura, se queda estática sin temerle al viento, esperando el momento oportuno para moverse. Los pinos, qué decir de los pinos, guerreros con armaduras que rugen de tristeza porque nosotros, los hijos de Adán, los talamos sin misericordia…
Abuelo Cerro eres el testimonio de otro tiempo que nos viene a decir que todo es transitorio y curiosamente lo transitorio es lo que más daño te hace. Pero eso no te importa. Por más daño que te hagamos no podremos moverte de tu lugar. Estarás ahà después de nosotros. Por ello, esperas a que el sol caliente las piedras, los árboles. Entonces los pájaros cantan y acompañan un rumor apenas perceptible que se pronuncia en otra frecuencia desde hace tiempo.
2 coment�rios:
Por obvias razones hay que leer este texto escuchando al maestro Atahualpa Yupanqui!!!
Julio
Por Obvias razones eres un gran amigo y un excelente músico.
Publicar un comentario